lunes, 7 de octubre de 2019

A veces toda atención es buena atención


Hoy vamos a hablar sobre un caso muy atípico de marketing en el que un boicot ha ayudado a dispararse a una cadena de restaurantes hasta hacerla la tercera más grande de su sector en EEUU, detrás de las famosas marcas McDonald's y Starbucks. Estamos hablando por supuesto de 'Chick-fil-A'.


Chick-fil-A ha sido objeto de un boicot desde 2012 por parte del colectivo LGTB tras las declaraciones de su CEO Dan Cathy. "Apoyamos mucho a las familias. Su definición bíblica" declaró a Biblical Recorder "Somos un negocio familiar y estamos casados con nuestras primeras mujeres. Damos a Dios gracias por ello"

Contra todo pronóstico el sostenido boicot no solo no ha conseguido bajar las ventas de la compañía sino que esta ha duplicado sus ventas entre 2012 y 2018, con algunos estimando que podría pasar a Starbucks con su crecimiento cuatro veces mayor anualmente (en el 16.7%).

Analizar, desde el marketing, que el boicot ayudó a Chick-fil-A sería impreciso. Lo que posiblemente ha hecho el desmarketing es ampliar mucho el mercado de Chick-fil-A. Por un lado muchas personas de acuerdo con el mensaje del fundador (en EEUU aparentemente mayoría) han visto en ello una razón para consumir en el imperio del pollo y  por otro lado las razones del boicot parecen no haber calado suficientemente para quitarles su público. En resumen el resultado que buscaría una campaña de marketing: Darse a conocer a un segmento del público y fidelizarles a la marca.

La situación presenta un criterio de segmentación que resulta atípico hoy en día por que se considera prácticamente extinto ya que han surgido fórmulas más novedosas para hacer marketing. Además nos enseña las limitaciones del desmarketing ya que, a pesar de la razón de peso que es la homofobia como motivo de boicot, no ha conseguido sus objetivos y ha resultado contraproducente.

Chick-fil-A por su parte sin disculparse sigue con sus propios anuncios para atraer clientes de lo que consideran familias:


Este anuncio claramente trata de relacionar a la marca con las familias monoparentales. Un segmento cada vez más numeroso en EEUU. El anuncio atiende a criterios demográficos y socioculturales y trata de cimentar la dedicación de Chick-Fil-A por las "familias".



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